Aquellas curiosidades que encontré en los libros

En ocasiones estoy leyendo una novela y, de repente, me tropiezo con alguna curiosidad o anécdota que normalmente nada tiene que ver con el argumento, y que me llama la atención. Yo las llamo lecturas paralelas.

Aquellas curiosidades que encontré en los libros

[title size=”2″ content_align=”left” style_type=”single solid” sep_color=”” margin_top=”” margin_bottom=”” class=”” id=””]Karoo[/title]

Karoo, de Steve Tesich, arranca en una fiesta neoyorquina celebrada por las fechas en las que fue derrocado el régimen de Ceaucescu. El New York Times publicaba un despiece diario con la lista de todos los protagonistas de la crisis junto con una guía fonética de su pronunciación correcta, y todos los asistentes a la fiesta se empeñaban en pronunciar los nombres de manera adecuada.

Me llamó la atención ese gusto por la perfección, esa preocupación por hablar en público sin cometer errores… En eso se ve que se parecen a nosotros los españoles y, sobre todo, a nuestros representantes, siempre tan preparados y dejando bien alto el pabellón allá donde van. ¡Verán cuando se enteren al otro lado del océano de que lo realmente en boga ahora es la mezcla, la fusión…! Seguro que el New York Times imprimirá una separata dominical con locuciones de uso cotidiano como “relaxing cup of café con leche” o “delicious tapas and wine” para poder manejarse en sociedad sin sobresaltos.

[title size=”2″ content_align=”left” style_type=”default” sep_color=”” margin_top=”” margin_bottom=”” class=”” id=””]El efecto del aleteo de una mariposa en Japón[/title]

Ruth Ozeki, en El efecto del aleteo de una mariposa en Japón, nos obsequia con el procedimiento idóneo para limpiar las almejas. La técnica consiste en meterlas en agua salada y añadir un puñado de harina de maíz y un clavo oxidado. La primera parte es un proceso biológico: la harina es ingerida por la almeja y, de ese modo, elimina la materia verde de su aparato digestivo y sus órganos intestinales.

El segundo proceso es electroquímico: el agua de mar es una solución iónica y funciona como un electrolito. Al introducir el clavo en el agua, se genera una pequeña carga eléctrica, que es justo la necesaria para irritar a las almejas y hacer que purguen la sangre. Así que, básicamente se trata de alimentar y electrocutar a la vez a los pobres moluscos para hacer que caguen y escupan (sic). ¿Qué? ¿Cómo se les queda el cuerpo? ¿No tienen ganas de comerse unas almejitas a la marinera con electroshock incluido?

[imageframe lightbox=”yes” lightbox_image=”” style_type=”none” hover_type=”none” bordercolor=”” bordersize=”3px” borderradius=”0″ stylecolor=”” align=”center” link=”” linktarget=”_self” animation_type=”0″ animation_direction=”down” animation_speed=”0.1″ animation_offset=”” hide_on_mobile=”no” class=”” id=””] [/imageframe]

 

[title size=”2″ content_align=”left” style_type=”default” sep_color=”” margin_top=”” margin_bottom=”” class=”” id=””]El país imaginado[/title]

En El país imaginado, de Eduardo Berti hay una idílica escena: por las mañanas, cientos de ancianos chinos acuden a un parque acompañados por las jaulas de sus aves de intenso color. El propósito es que el pájaro cante cada día mejor y se puede lograr con dos métodos: navegar por el lago con la jaula o colgarla en los árboles junto con otras… No me digan que no es una imagen preciosa, todas esas aves con sus trinos y sus colores… Yo, de nuevo, traté imaginarla en nuestro país, pero me temo que aquí lo que tenemos son pajarracos, se pasean solos y, para las pocas ocasiones que conseguimos meterlos en la jaula, suelen salir rápidamente sin cargos o bajo fianza.

 

[title size=”2″ content_align=”left” style_type=”default” sep_color=”” margin_top=”” margin_bottom=”” class=”” id=””]El día de mañana[/title]

En El día de mañana, de Ignacio Martínez de Pisón, había un personaje llamado Noel León, un palíndromo en toda regla. Era hijo de palindromistas y toda su vida giraba en torno a estas composiciones capicúas. Me resultó curiosísimo descubrir el fervor que levantan los palíndromos, ya que incluso existen asociaciones, congresos anuales y campeonatos nacionales e internacionales…

Yo reconozco que fuera del dábale arroz a la zorra el abad, no conocía sino los obvios Ana, acá, allá… Durante años, antes de que lo hicieran los ordenadores, confeccioné pasatiempos para una editorial (todavía me persiguen en sueños los símbolos de la plata y el aluminio). En ocasiones era un auténtico quebradero de cabeza terminar el autodefinido o crucigrama de turno, y podía atascarme durante horas, así que entiendo el esfuerzo que lleva componer algo así: La ruta nos aportó otro paso natural  o A tu parecer, ¿con la romana moral no crecerá puta? En fin, curiosa afición. Bueno, supongo que ni más ni menos absurda que tener un blog de libros…