Mientras pueda pensarte, Inma Chacón
Un escalofriante relato sobre el mercadeo de bebés en España; la especulación con niños que se elegían como en la frutería, según las preferencias del comprador.
Carlos, un ejecutivo de éxito, arrastra toda su vida una sensación de vacío e incertidumbre que intenta obviar, centrándose en su carrera, sus conquistas y sus posesiones materiales. Pero es difícil darle la espalda a la intuición…
“No hay sufrimiento más insoportable que el que produce la duda, esa alimaña que le clava los dientes a su presa y se ensaña con ella cerrando la mandíbula y apretando con fuerza para no soltarla.”
Por su parte, María Dolores, lleva cuarenta años sufriendo la pérdida de su hijo. Algo en su interior le dice que sigue vivo y que no murió a las pocas horas de nacer como le contaron. Y es que muchas de las reacciones y emociones de la novela responden a instintos animales. Particularmente perturbadora y magistralmente descrita es la escena de la madre amamantando al bebé; ciertamente, “nadie que no hubiera sentido la boca de un recién nacido obedeciendo a su instinto podría explicar lo que ella sentía.”
Inma Chacón compone un patchwork con los diferentes puntos de vista y emociones de los afectados por el “robo de niños”: distintos matices y texturas, el anverso y el reverso de la misma moneda.
La narración a través de los distintos personajes y los continuos saltos en la línea temporal, te mantienen en alerta para no perder detalle de cómo sucedieron los acontecimientos. Un toque de misterio añadido le aporta un plus a una historia que, a priori podría parecer lacrimógena, pero que se aleja de ese recurso fácil creando una trama actual e interesante.
Termino esta reseña con los preciosos versos de Ángel Campos Pámpano con los que comienza el libro, y que desde luego constituyen la esencia de esta historia:
Mientras pueda pensarte
no habrá olvido.
Más novelas sobre “niños robados” en Novelas adoptivas.
Los niños robados…¡qué crimen!
Niños abandonados …Ella estaba sola. Su marido la había dejado hacía un par de años. Tuvo un hijo con un hombre casado. No quiso estropear esa familia. Pienso que fui su única confidente. Estuve con ella en el parto. Fuimos a inscribirle. Como figuraba “casada” le ponían el apellido de su marido. ¡No puede ser! pues él tiene que firmar que no es su padre. (1972 en Francia) ¡Me mata!. Vino, no la emprendió con ella sino con el niño…¡horror! Ella que había amamantado con tanto amor a su hijito…decidió abandonarle…fuimos…le dejamos…¿Fue el día más triste de mi vida? quizás.