[imageframe lightbox=”no” style=”dropshadow” bordercolor=”” bordersize=”3px” stylecolor=”” align=”left” animation_type=”0″ animation_direction=”down” animation_speed=”0.1″][/imageframe]La mujer es una isla, Auður Ava Ólafsdóttir

La novela de esta autora de impronunciable nombre es toda una experiencia kinestésica que genera un mundo de sensaciones: sentirás la humedad, notarás la oscuridad absoluta a tu alrededor, olerás el cuerpo de aquel que abandonó la cama…

Es un relato íntimo de una mujer en la treintena que se enfrenta a su divorcio. Como en una especie de ruptura con el pasado, decide emprender un largo viaje por la ruta que rodea Islandia, acompañada del pequeño Tumi, el hijo con discapacidad de su mejor amiga.

Nuestra protagonista es una mujer que da gran importancia a las palabras. No en vano, es correctora y traductora, y se maneja mejor entre las líneas de las páginas que en una conversación cara a cara. Para hablar correctamente 11 idiomas, suele quedarse muda ante algunas situaciones.

Uno de los motivos por los que su marido le plantea la separación es por su falta de instinto maternal, de ahí que resulte doblemente paradójico que, a una mujer con dificultades para comunicarse, le confíen un pequeño de cuatro años con grandes dificultades auditivas.

También es contradictorio que en su viaje hacia la oscuridad del invierno islandés acabe encontrando la luz: está no es la historia de su viaje, sino de su transformación. Dicho sea de paso, la sensación de noche perpetua que transmite es muy poderosa e incluso agobiante en algunos momentos; algo insólito para los que vivimos bañados por el sol.

La capacidad de la autora de materializar las emociones es muy veraz. Resulta especialmente ilustrativo el momento en el que su marido le pide el divorcio, y ella solo puede concentrarse en el limitado vocabulario de su esposo y en la mariposa que se posó junto a la tostadora. ¿Quién no se ha enfrentado a situaciones que le sobrepasan y solo puede pensar en cosas aparentemente irrelevantes?

En definitiva, es una historia distinta, muy particular, muy sensitiva… Agradezco a Maribel, una buena amiga y gran lectora, su recomendación, no solo por el contenido, sino por la especial afinidad que me unió a la protagonista debido a su amor por las palabras… ¡y por la carrera!