[imageframe lightbox=”no” style=”dropshadow” bordercolor=”” bordersize=”3px” stylecolor=”” align=”left” animation_type=”0″ animation_direction=”down” animation_speed=”0.1″][/imageframe]El valle del asombro, Amy Tan

El valle del asombro integra en su fórmula magistral dos componentes que la convierten en un poderoso adictivo: el exotismo oriental y la historia de varias generaciones de mujeres. Imposible no engancharse.

Violeta, es hija de la dueña de una casa de cortesanas en Shangai a principios del siglo XX. Su madre es estadounidense, pero ella es medio china. Esto le supondrá un conflicto emocional a lo largo de toda su vida, pues en ocasiones no sabrá si se debe más a su mitad oriental u occidental.

Sus primeros años estarán teñidos por la incertidumbre de si su madre realmente la quiere, e intentará competir por su afecto con el negocio y sus amantes ocasionales:

La indiferencia es una asesina insidiosa del corazón y el descuido es su cómplice.”

Cuando deciden regresar a San Francisco, son víctimas de un engaño que las separará inexorablemente… El caso es que Violeta, en lugar de en el barco camino a Estados Unidos, se encuentra en una casa de cortesanas, abocada a un destino bien diferente del que había imaginado.

La novela, es un magnífico retrato de la vida de las cortesanas en China, en cuyas casas parecían vivir al margen de los progresos sociales que sucedían en la curiosa y complicada Shangai de la época. Sometidas a una jerarquía incuestionable y a unas estrictas normas de conducta, convertían el cortejo y la seducción en un arte.

En El valle del asombro, Amy Tan recupera, tras la desconcertante Un lugar llamado nada, la tónica de novelas como El club de la buena estrella y La esposa del dios del fuego, en las que las relaciones madre-hija ocupan un lugar predominante y determinante para la evolución de los personajes. En muchas ocasiones serán más dolorosas las dudas afectivas que las dramáticas situaciones que tendrá que afrontar la protagonista.

Mereció la espera de ocho años que la autora tardó en escribirlo. El libro te mantiene en vilo constante: es de esos en los que sufres mucho pero, en fin… ¡es un sufrimiento gustoso!