[imageframe lightbox=”yes” style=”dropshadow” bordercolor=”” bordersize=”2px” stylecolor=”” align=”left” animation_type=”0″ animation_direction=”down” animation_speed=”0.1″][/imageframe]La vida elíptica, Marian Izaguirre

Esta primera novela de Marian Izaguirre es como una declaración de intenciones, la promesa de la autora que llegaría a ser.

Marta Salvador, periodista de la sección cultural de un periódico, siente que su trabajo ya no la satisface como antes: “Me estoy hartando de recoger opiniones de los demás -pensó-, de ser objetiva y neutral, me estoy cansando de no poder adjetivar, de tener que retratar la realidad como si yo fuera el sucedáneo humano de una cámara fotográfica”. El éxito comercial de una novela publicada bajo seudónimo actúa como resorte, y Marta decide resolver el misterio que rodea al autor y desvelar su identidad a toda costa. Para ello solicita la ayuda de Javier Azcárate, vicedecano de la Facultad de Filología, cuyo jefe y decano acaba de volarse la cabeza en su despacho. Casualmente, sobre su mesa se hallaba el mismo libro: El corredor lateral.

La novela nos brinda una imagen muy completa del mundillo del sector editorial, es decir, los críticos, periodistas, editores, e incluso de la política que gravita en la órbita del mundo cultural, cada uno con sus feudos bien delimitados y defendidos, y sus vanidades bien lustradas.

El planteamiento es muy interesante, pero el argumento y los personajes carecen del desarrollo necesario. En algunos detalles se excede, y deja cortos otros flecos. Es como un esqueleto de novela, como un armazón de paraguas al que le faltara la tela que une las varillas y le da razón de ser.  Sin embargo contiene reflexiones de calado y una magnífica prosa, dos cualidades que se aprecian en su última novela, La vida cuando era nuestra, en la que se refleja la total evolución y madurez de Marian Izaguirre como autora.

En definitiva, es una novela corta que se queda eso mismo, corta, como si se hubiera resuelto de forma un tanto apresurada.