Crítica del libro de Julio LlamazaresLas lágrimas de San Lorenzo. Julio Llamazares

A través de la contemplación de la lluvia de estrellas en la noche de San Lorenzo, saltamos con el narrador a distintos escenarios y diferentes etapas de su vida.

Su memoria dulcifica los recuerdos con el paso del tiempo, y éstos tienen más relación con la fantasía que con la realidad, con lo vivido.

Rememora las personas que han formado parte de su historia; personas que dejaron huella o que pasaron como estrellas errantes.

Es una recreación de lo efímero de la vida. Así, tras la sensación de larga infancia, la adolescencia difícil, cuando pierdes la confianza y la seguridad que antes te ofrecían ciertas creencias. La juventud se presenta como una fuente de tiempo inagotable, donde sólo se vive el momento, y pasado y futuro no parecen existir. Sin embargo, en la madurez, emerge un miedo que antes no había, el miedo a envejecer; atraviesas la línea en la que ya no está toda la vida por delante, si no que las horas se escapan a toda velocidad.

Es un libro lleno de nostalgia, pero no de lo que dejamos atrás, si no de lo que no podremos vivir por lo efímero de la existencia. Personalmente, me produjo mucha desazón. Aunque está escrito con mucha hondura y sentimiento, no deja de parecerme muy atormentado; tuve cierta sensación de agobio y deseos de acabarlo cuanto antes. Me quedo con su parte positiva de que, a pesar de los pesares, hay momentos únicos y aislados, ajenos al paso del tiempo, que son de una felicidad absoluta.